TEMA 11. ANÁLISIS "Jesucristo y la Creación"



RAZÓN Y ESPERANZA. PREGUNTAS FUNDAMENTALES EN CIENCIA Y FE.  "Jesucristo y la Creación"

TEMA 11 DE 12
“JESUCRISTO Y LA CREACIÓN”
[Profesor: Prof. Emili Marlés Romeu. Licenciado en Física. Doctor en teología con una tesis sobre el diálogo teología-ciencia. Director del proyecto "Science and Faith in Dialogue"]
«Cuando hablo con jóvenes sobre el misterio de la creación, les suelo hacer la siguiente pregunta: «¿Cuál de las Tres Personas divinas es la creadora del cosmos?» En el 95% de los casos me dicen que Dios Padre, y me argumentan diciendo que así lo con esa el credo niceno-constantinopolitano: «Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.» Entonces, les contesto diciendo que continúen la recitación del credo: «Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz...» y así hasta que llegan a una frase que no se esperaban «de la misma naturaleza del Padre, “por quien todo fue hecho”». Aquí los detengo y les pregunto: «¿Quién es este por quien todo fue hecho?» Obviamente el Hijo, ya que nos encontramos en el segundo artículo del Credo que se refiere al Logos. La reacción de los jóvenes es de sorpresa. Han recitado durante muchos años este credo, pero nunca habían prestado atención a que también profesamos que el Hijo es creador.
La creación es obra de las tres personas divinas: el Padre lo crea todo a través del Hijo en el Espíritu Santo «Señor y dador de vida (zoopoiûn)».1 La dimensión trinitaria es una característica central del misterio de la creación que no debe ser nunca obviada. Sólo podremos avanzar en el conocimiento de la creación si tenemos presente, siempre y en todo momento, la índole trinitaria de su Creador.
La teología del siglo XIX y principios del siglo XX en general tenía poco en cuenta el aspecto trinitario de la creación. De hecho, el tratado de la creación formaba parte de la «teología natural», es decir, de aquella parte de la teología a la que se podía llegar por la sola razón sin tener en cuenta la revelación. Se planteaba la creación como una cuestión puramente metafísica.
Como hemos visto en la lección 9, donde hemos estudiado el concepto clásico de creación, el estudio de la creación desde la perspectiva metafísica nos da unas herramientas conceptuales imprescindibles para formular correctamente la noción de creación en el campo de la teología. Así nos serán siempre necesarias las nociones de creación de la nada («creatio ex nihilo»), la visión de Dios como la fuente constante del ser y del actuar de los entes creados («creatio continua»), la afirmación de una verdadera autonomía de la creación y al mismo tiempo de una radical dependencia de Dios en todo momento (Causa Primera vs. causas segundas), la conciencia de la presencia de Dios en el mundo y al mismo tiempo su trascendencia.
Ahora bien, si queremos hablar de la creación con profundidad teológica no podemos olvidar que el Dios que crea es el Padre-Hijo-Espíritu Santo. Nuestra reflexión quedaría corta si no hiciera entrar en ella misma, de una manera natural, la acción creadora de las Tres Personas divinas. Este es el primer objetivo del presente capítulo: enriquecer el concepto de creación mostrando cómo ésta está «enraizada» en la Trinidad. Este arraigo es lo que posibilita que el cosmos se vaya enriqueciendo en su ser, y es lo que hace de base para que podamos esperar que el universo llegue a su pascua, transformándose en el cielo nuevo y la tierra nueva.
La acción ad extra de las personas divinas refleja cómo son las relaciones trinitarias ad intra; por tanto, no podremos comprender el rol creador del Hijo, ni el del Espíritu Santo si no tenemos presente que el Hijo actúa en el mundo siendo engendrado continuamente por el Padre, ni que el Espíritu Santo obra en el mundo procediendo siempre del Padre a través del Hijo. Es decir, que las procesiones divinas son la clave hermenéutica para comprender cómo es la acción de la Trinidad en el mundo.
La Trinidad no es sólo el fundamento creador de nuestro cosmos, sino también la que marca la globalidad de su historia. La evolución cósmica no es fruto del puro azar, sino que hay un designio amoroso de Dios para el mundo. Dios ha creado el mundo afín de que entre en comunión con Él. Una vez hayamos establecido cuál es el designio de Dios para el mundo, veremos cómo se realiza a través de un doble movimiento que tiene al Hijo y al Espíritu Santo, enviados por el Padre, como protagonista.»
ASUNTO
- “¿Existe un doble movimiento entre Dios trinitario y el cosmos. ¿Qué importancia tiene este hecho para el diálogo entre ciencia y fe? "
ANALISIS (Piedad Restrepo V.)
INTRODUCCIÓN
Se presentan los significados claves a incluir en la respuesta de la pregunta para el presente trabajo, referenciados fundamentalmente en el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) (1) como Marco de la Doctrina que respalda la profesión de Fe. Para la especificación del concepto “doble movimiento” se enunciará el significado como aparece en el texto de la Lección 1, además, en los escritos de Joaquín Ferrer A (2), según Ángel Cordovilla Pérez (2004) (3) sobre los argumentos teológicos de K. Rahner. Sobre el criterio de doble movimiento, el texto de la Lección 11, en consonancia con K. Rahner, argumenta que: “(...) La causa final de toda la acción divina ad extra es la voluntad de Dios de autocomunicarse a nosotros. Las tres personas divinas quieren compartir su vida con otras hipóstasis que no forman parte de la Santísima Trinidad. La hipótesis anterior es racionalmente descrita en el mismo texto con extractos de los párrafos siguientes que tratan de explicar en qué se basa ese “doble movimiento”, para hacer eficaz la comunión entre Dios y la Creación. “(...) Aunque Dios quisiera comunicarle toda su vida, el cosmos no sería capaz de asumirla, por lo que el crecimiento no puede ser sino progresivo.
Un segundo elemento es el de la libertad humana: Dios nos llama a vivir en comunión con él, pero esto requiere un acto libre por nuestra parte. (...) La evolución no es ajena al designio divino de encarnarse, ya que la encarnación revela el sentido último de la creación. (...) Este era el designio final que Dios guardaba íntimamente antes del inicio de las cosas creadas; el fin pre-conocido, por el que todas las cosas subsisten. A partir de este preámbulo, K. Rahner y sus seguidores, plantean el Primer movimiento: la autotrascendencia o apertura del cosmos a la Trinidad, ellos dicen que: “(...) La evolución ha supuesto pasar de un mundo, que durante miles de millones de años no tenía conciencia de sí mismo, a un mundo que, en los seres humanos, se puede conocer a sí mismo y puede abrirse a su Creador. (...) Como hemos visto, la evolución tiene en Cristo su fundamento último, ya que todo ha sido creado por Él y para Él, y ya hemos visto que el cosmos está arraigado en Él. El Logos es el creador del proceso evolutivo, y con su providencia le va capacitando para que pueda hacer emerger las personas humanas creadas a imago Christi. Ahora bien, esta implicación del Logos en la obra creadora llega a su culmen en la encarnación; en ésta, el Logos no sólo es el creador sino que asume hipostáticamente una humanidad como propia y para siempre. La encarnación inaugura una nueva etapa de la autotrascendencia del mundo hacia Dios. En ella el mundo va más allá de sus posibilidades naturales de apertura a Dios.”
Pero, si la anterior hipótesis del primer movimiento es difícil de aceptar, por el autocreacionismo implicito, por lo personal de la argumentación y por la falta de respaldo Doctrinal católico, el segundo movimiento tampoco facilita la comprensión de este sentido que quiere dársele a la Creación, además, se le suma en contra el no ser aprobado por el Concilio Vaticano II ni sus conceptos expresados como tales en el CIC. Así dice el texto sobre el segundo movimiento: “(...) Por otro lado tenemos el movimiento de la autodonación de Dios al mundo, que también tiene una historia. (...) Es cierto que con la aparición del hombre se abre una nueva etapa, ya que con él el cosmos es capaz de acoger personalmente a Dios.” El texto de la Lección 11, aquí citado, afirma que K. Rahner estableció sus hipótesis sobre la Encarnación del Verbo como origen, centro y fin de la Creación, y en el deseo de Dios de establecer una unión hipostática entre el hombre y la Trinidad, con base en el acercamiento que tuvo el Teólogo con las ciencias. Sin embargo, no encuentro en este preámbulo, ninguna relación coherente con la hipótesis sobre el doble movimiento, puesto que él hace referencias constantes al pensamiento y los deseos de Dios Trinitario, lo cual no es objeto de la ciencia de ninguna manera, ni jamás podrá ser probado por método positivista alguno, menos por racionalismo puro, entonces me pregunto: ¿para qué sirvió a Rahner conocer de los métodos o resultados científicos?. Es por ello que apegarse a la Doctrina milenaria siempre será más sabio, o prudente, si se entiende mejor.
Teniendo en cuenta lo anterior, sobre los aportes al diálogo entre la Ciencia y la Fe, se tendrá que insistir en la respuesta dada en otros temas similares de este curso, cuál es: el objeto y los métodos de las ciencias tienen unas características propias dedicadas a la exploración y conocimiento de la naturaleza, mientras que la Fe es profundizada desde la razón pero con métodos y medios diferentes a los de la ciencia empírica. Por lo tanto, la importancia para el diálogo entre la Ciencia y la Fe, a mi parecer, es que estos movimientos de comunión entre Dios y la Creación y/o el hombre, ciertamente, son útiles para establecer límites precisos a los dos ámbitos de conocimiento humano: Filosofía- Teología y Ciencia, donde cada uno con propias metodologías y herramientas, tendrán que llegar por caminos distintos al mismo lugar, ya que la Verdad es solo Una, tal como lo explica el Padre Juan de Jorge García – Reyes, en una excelente exposición, en la Universidad Finis Terrae (4).
Notas
1. Catecismo de la Iglesia Católica. Primera Parte, Capítulo Primero, Articulo Primero, Párrafo Segundo y Cuarto.
2. Ferrer Arellano J. Las dos manos del Padre. El doble movimiento de la alianza salvífica, en la misión conjunta e inseparable del Verbo y del Espíritu Santo, como “Incarnatio Fieri”. Madrid, 1999. En: http://www.joaquinferrer.es/ARCHIS%...
3. Cordovilla Pérez Ángel. Gramática de la Encarnación. La creación en Cristo en la Teología de K. Rahner y Hans von Balthasar. Universidad Pontifica de Comillas. Madrid. 2004
4. García-Reyes Juan de J. Conferencia: Ciencia, Filosofía y Teología, ente la polémica: Evolución y Creación.¿Mitología, hechos científicos o verdades?. En: https://youtu.be/eoRPmAHdjW8
CONTINÚA EN:


En: https://drive.google.com/open?id=0B9qGNmzMWMMnLVY2a1U4QVlLaUU


  • El Curso Completo está disponible en la Web, para suscripciones sufragadas, en: Facultat de Teologia de Catalunya C/ Diputación, 231. 08007 Barcelona. España
  • En: www.scienceandfaithbcn.com

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